Hace ya un par de meses, un domingo, como hoy, iba a casa de mi amiga Hanni en pos de una comida de empanadas tabasqueñas (mmmm, con las de queso y azúcar...). Iba en bicicleta, cruzaba la condesa, era un domingo normal, los árboles verdes con sus agradecidas sombras, la gente paseando a sus perros, las familias paseando por Amsterdam (una avenida elíptica) y parques, vamos que un domingo normal. Pero algo dejó de serlo porque todo el mundo se detenía en el mismo punto y al pasar frente a ese punto, yo también me detuve. Todos tomaban fotos y yo, no podía ser menos y pese a que no llevaba mi cámara, saqué el móvil y retraté la escena:
Flipante, ¿eh?
Nadie sabe realmente lo que al semáforo le había pasado más que las suposiciones que cada uno se quisiera formular. Y ahora, esas formulaciones os las dejo a vosotros. Lo bueno de México es que cualquier cosa que os imaginéis, por remota o absurda que aparente ser, es posible. Así que, dejen volar su imaginación.
Estos retratos son típicos en los álbumes familiares en México, no os creáis ¿eh?
Ahora ya pueden seguir viendo el blog.
Pasen, pasen.